miércoles, 28 de agosto de 2013

Día 116: minimizando las pérdidas

Km recorridos (día/total): 10,4/877,8                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/253

Hace unos años me dediqué dos o tres temporadas a entrenar bastante más en serio de lo que lo hago en la actualidad. Cuando digo "en serio", me refiero a que, a diferencia de ahora, mis sesiones de entrenamiento estaban programadas a diario, los ritmos y los pulsos marcados, los volúmenes estudiados, la compenetración entre natación, ciclismo y carrera perfectamente definida,...

Durante aquella época, recibía los planes de entrenamiento puntualmente cada dos semanas, así durante meses y meses. Yo algunas veces me preguntaba cuándo me tocaría una semana de descanso. Un día se lo pregunté a mi entrenador, y me respondió que sería el cuerpo el encargado de decirme cuándo debía parar, que tarde o temprano lo sabría. Efectivamente así fue: cada cierto número de semanas mi organismo se tomaba un respiro en forma de indisposición plena para nadar un metro o correr un kilómetro más.

Empiezo a sospechar que, a día de hoy, mi cuerpo está queriendo decirme algo y yo, que para algo sirve la experiencia acumulada, le estoy haciendo caso, no llevándolo al extremo. Desde hace un par de días o tres la cosa, como dice el Afghanistan Runner Pascual Vargas, no marcha. En un principio, pensaba que tal vez era un problema de cansancio general, mezclado con un decaimiento del ánimo propio de los casi cuatro meses de misión. Pero creo que no, que todo lo de los últimos días has sido señales enviadas pidiéndome una tregua: pulsos bajos, rigidez muscular y articular, dolores varios, apatía...

Así que he bajado el ritmo, y estoy intentando engañar un poco al cuerpo haciendo sesiones muy cortas de mañana y tarde, de tal manera que no deje de acumular, pero sin forzar la máquina. Se podría decir que estos últimos días no estoy entrenando, sino más bien frenando el desentreno que resultaría de no hacer nada. Así, me lo tomo con filosofía y no voy más allá de lo que me siento capacitado.

Hoy, en sesiones de mañana y tarde, me he limitado a dar sendas vueltas al circuito de siempre, sin apretar más que cuando las piernas me lo pedían. No es cuestión de hacer kilómetros por hacerlos y sufrir de forma gratuita. Ya llegarán tiempos mejores en los que pueda progresar convenientemente. De momento, como digo, me limito a minimizar las pérdidas.

Lo cierto, por otro lado, es que la compañía hace mucho, y tanto por la mañana con Pascual, Alberto y Tabu, como por la tarde con Alberto y Pepe Soria, me he sentido muy arropado, en estos momentos en los que tal vez lo necesite un poco más que de costumbre. De hecho, me emociona muchísimo saber que hay gente, como Fructu, Pedro o el propio Pepe, que últimamente se toma la molestia de bucear un poco en las páginas de este Diario de un corredor afgano, y me va conociendo más en profundidad a través de ellas. Ésta, después de todo, es mi particular visión de las cosas, sin tapujos ni filtros, para lo bueno y también para lo malo.

En resumidas cuentas, sólo me queda ser paciente con mi organismo y darle el tiempo necesario para que se recupere en condiciones, que sé que lo hará. Mañana a las seis y media le seguiremos engañando un poco. Con la buena compañía que llevaré, seguro que es más fácil que muerda el anzuelo y me permita correr otros cinco kilómetros sin exigirle mucho. Puede incluso que alguno más. Ya veremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario