viernes, 2 de agosto de 2013

Día 91: BJJ para "relajar"

Km recorridos (día/total): 5,2/581,5                                   Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/198
 
Hace un rato acaba de terminar mi sesión de Brazilian Jiu Jitsu. Lo ha hecho como me gusta, con un buen rato de combate de suelo con un tipo duro, el que dice que parezco un avatar, y lector asiduo de este blog (lástima que no tenga una foto del tute tremendo que nos hemos dado durante los últimos quince minutos de clase). Al finalizar, tenía los brazos aún temblando del esfuerzo, aunque eso no ha sido impedimento para completar otras cuarenta flexiones en mi habitación antes de ir a cenar. Mañana llego a cinco mil.
 
Por segunda vez durante esta semana no he corrido por la tarde, aunque creo que me viene muy bien alternar y hacer un ejercicio un poco más anaeróbico al menos un par de días a la semana. Mañana tocará de nuevo volver a la carga, mañana y tarde, con unas cuantas series de mil junto a Alberto y compañía. Por cierto, hoy he estado comiendo por él. Ya casi lo tengo convencido para que se venga a Valencia con nosotros el día 17 de noviembre. Es su momento para bajar de las tres horas. Yo lo sé, y él también.
 
Por la mañana, a parte de mis cinco kilómetros de regeneración del día de hoy, he tenido sesión de fisio. Mis isquiotibiales, el vasto externo y el sóleo de mi pierna izquierda van un poco mejor. Aunque pueda parecer lo contrario, la falta de entrenamiento de intensidad no hace sino mitigar las molestias y sobrecargas que arrastro. Veremos a ver mañana por la tarde qué es lo que dan de sí, cuando les exija correr un poco más rápido.
 
En cualquier caso, mi adaptación al cambio de volumen ha sido buena, y ya apenas me resiento de un día para otro, salvo en los momentos iniciales de arrancar a correr. Pero lo cierto es que nunca he sido de correr por las mañanas a primera hora, recién levantado de la cama. Me pregunto si alguna vez seré capaz, cuando vuelva, de erradicar esta costumbre aquí adquirida. Me va a resultar difícil, pero al menos los dálmatas lo agradecerán, deseosos como están cada mañana de echar a correr.
 
Esta mañana iba pensando que, a lo mejor, una semana de estas, allá por septiembre, intento hacer un tope de volumen de carrera, a ver qué tal se da. No sé, algo así como llegar a los cien o ciento veinte kilómetros en siete días. Seguramente no será complicado en cuanto aumente un poco la duración de las sesiones de la tarde, cosa que no tardará mucho en ocurrir si quiero llegar a noviembre en unas condiciones óptimas para hacerlo decentemente. Al final, mucho me temo que la meta de los mil doscientos kilómetros quedará muy atrás. A este ritmo, no me cabe la menor duda.
 
Es tarde ya, y después de una semana muy intensa, demasiado en según qué aspectos y momentos, estoy agotado. Mañana me toca masaje. Lo estoy deseando con toda mi alma. También desconectar una parte de mi cerebro, aunque eso, a día de hoy, está más difícil.
 
Si hay algo que estoy aprendiendo aquí, es a tener paciencia. A la fuerza, qué remedio. Espero doctorarme pronto en la materia. A ratos parece que así será. En otros momentos, parezco olvidar todo lo aprendido, y tengo que volver a empezar de cero.
 
Con lo que cuesta.
 
Por suerte, nunca fui de rendirme.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario