lunes, 12 de agosto de 2013

Día 101: el factor humano

Km recorridos (día/total):  14,5/704,2                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/220
 
La semana ha empezado con buen pie, y eso que mi despertador me ha arrancado de la placidez de mi cama diez minutos antes de que diesen las seis, cuando estaba inmerso en un sueño sobre una carrera a la que pretendía llegar a tiempo a pesar de los muchos impedimentos que mi subconsciente dormido continuamente planteaba (ya no descanso de la carrera a pie ni durmiendo...).
 
El caso es que hoy tenía el día bastante ocupado, así que programamos una salida a las seis y cuarto de la mañana. En principio, la hora era más o menos decente. Lo malo es que luego vino Alberto con las rebajas y nos la adelantó a las seis y diez, y se me rompieron todos los esquemas. Cinco minutos, a según qué horas, son muchos minutos :-). No obstante, cuando he salido de mi edificio, muerto de sueño, me ha dado una alegría enorme encontrar allí a Alberto y a Pascual. Nada comparado con mis esporádicos madrugones en solitario de hace unas semanas.
 
La temperatura, además, era muy agradable, con una suave brisa norteña (luego sopló un intenso viento durante el resto del día) que refrescaba el ambiente. Enfrentarse a quince kilómetros a esas horas es siempre más apetecible si las condiciones atmosféricas son tan favorables como las de esta mañana.
 
thumbs
 
 
Poco a poco fuimos encontrando las sensaciones adecuadas, muy engañosas por las mañanas, buscando la duración del intervalo correcta, la velocidad sostenible, el pulso de trabajo que optimizase los kilómetros recorridos... Por suerte, mis dos compañeros de entrenamiento saben sufrir bien, como excelentes ultrafondistas que son, y el entrenamiento siempre es aprovechable al máximo, sobre todo porque vamos efectuando correcciones de todos los factores arriba enumerados para que, al final, siempre nos quede un buen sabor de boca.
 
Alberto está metido ya de lleno en el entrenamiento sub-3 horas para la Maratón de Valencia (que me perdonen los puristas y don Lázaro Carreter, ferviente defensor del término en su acepción masculina: el maratón), lo cual es todo un desafío para mí, que soy, en cierto modo, el que le ha metido en esto con ese firme objetivo y el que, en la medida de lo posible, le guiará por el camino para conseguirlo. Yo, sinceramente, estoy convencido de sus posibilidades, especialmente a poco que sigamos con esta dinámica tan estupenda de las últimas semanas. Me encanta el reto.
 
Por supuesto, también el mío personal, que es completarla...lo más rápido posible, y que el reloj decida. Ni qué decir tiene que uno se hace sus cábalas de tiempo y ritmo, y sobre el papel lo encuentra todo muy asequible. Pero lo cierto es que restan tres meses y mis sensaciones a estas alturas de año son mejores que nunca, por no hablar de los volúmenes de entrenamiento que, esta vez sí, son los adecuados para disfrutar de la prueba.
 
En cualquier caso, me encuentro en una situación que hará única mi primera participación en una maratón, se mire por donde se mire, pero especialmente, y como he comentado en otras ocasiones, por el factor humano: ésta siempre será la maratón que preparé en Afganistán, codo con codo con Alberto y Pascual, gente excepcional en unas condiciones excepcionales, tanto a nivel físico como mental.
 
También será la que prepare en la distancia junto a David a partir de septiembre. Otro desafío más. Otro sub-3 horas más. A decir verdad, ¡qué gran equipo, los cuatro que nos juntaremos el 17 de noviembre! ¡No me LOS perdería por nada del mundo!
 

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