jueves, 19 de septiembre de 2013

Día 139: algunos días son mejores que otros

Km recorridos (día/total): 10,4/1156,6                              Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/308
 
Me habría quedado en la cama. Definitivamente, así habría sido de no ser porque me esperaba fuera Alberto. Y eso que él se quedo hasta la una y media viendo el partido de su Atleti. Yo soy incapaz de sacrificar horas de sueño por ver fútbol. Aún así, me habría quedado en la cama, con las piernas hechas jirones del esfuerzo de ayer por la tarde. Pero me he levantado. Un día más.
 
Por la mañana nos hemos quedado en cinco kilómetros, no por una mera cuestión de tiempo (teníamos de sobra para haber continuado), sino porque el cuerpo me lo pedía. Cierto es que, después de nuestra pausa en el sur, he recuperado cierto tono muscular, y correr no ha sido más una penosa progresión por la estrecha y pedregosa cuneta, cuyos baches, piedras y desniveles conozco ya de memoria. Aún así, hemos decidido que con lo mínimo bastaba, poniendo rumbo a casa.
 
Luego, las temperaturas han vuelto a asomarse a los cuarenta grados, por suerte un espejismo preotoñal afgano. Durante el fin de semana prometen ser ligeramente más benévolas. Estamos, por qué no decirlo, considerando la posibilidad de adelantar la salida de nuestras 60 NM Solidarias a las cinco y media. No sé, no sé. Puede que, después de todo, no merezca tanto la pena. Igualmente correremos, con treinta y dos que con treinta y seis.
 
Esta tarde, después de un día laboralmente ajetreado, a la par que interesante, he rescatado a Alberto de la oficina. De no haberlo hecho así, seguramente ni él ni yo habríamos pisado el asfalto poco después, con una enorme luna colgada sobre las montañas. A medio camino nos hemos topado con Pascual y Tabu, que iban muy cansados después del madrugón de hoy a las cuatro y media. Como nosotros tampoco íbamos para tirar cohetes, de nuevo nos hemos conformado con lo justo. No sé por qué, se me ha venido a la mente una canción de U2, Somedays are better than others.
 
IMG_20130919_182326-1
Efectivamente, algunos días son mejores que otros. No son los días buenos los que nos hacen más fuertes, más rápidos, más resistentes... Son los días malos, esos en los que uno se quedaría en la cama, en la oficina o en la habitación con las piernas en alto, en los que no apetece calzarse las zapatillas y echar a rodar, porque duele todo o porque los ánimos nos empujan a lo contrario.
 
A veces, como hoy al sonar el despertador, me siento en el borde de la cama, los pies en el suelo, los brazos sobre las piernas, las manos entrelazadas y la mirada un tanto perdida, y espero ese pequeño instante que me arranque del sombrío estado de incapacidad transitoria y me empuje fuera de la habitación, al aire fresco de la mañana afgana. Luego despierto, ya en movimiento, y disfruto del momento.
 
Corro.
 
Respiro.
 
Me siento vivo.
 
¿De verdad habría preferido quedarme en la cama?

No hay comentarios:

Publicar un comentario