miércoles, 25 de septiembre de 2013

Día 145: un espectáculo para los sentidos

Km recorridos (día/total): 5,2/1221,7                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/321

Ojalá pudiera trasladar a estas líneas el maravilloso espectáculo del amanecer afgano. Ahora que los días son más cortos, a poco que, como hoy, haya que madrugar un poco más de lo habitual, el disfrute sensitivo está asegurado. Los tonos de las montañas, como ya he descrito en alguna otra ocasión, varían según una escala de grises azulados. El sol, además, comienza a asomar suavemente, pero antes de que uno quiera darse cuenta, está ya suspendido sobre la línea del horizonte.

Esta mañana, cuando hemos llegado al sur de nuestro circuito y hecho nuestra habitual pausa, el aire era fresco y limpio. Me he permitido unos momentos de introspección, respirando el ambiente tan especial, contemplando el paisaje, mientras la piel rompía a sudar tímidamente después del primer esfuerzo del día. Apenas eran las seis y cuarto de la mañana.

Pepe Soria
Precisamente, resulta sorprendente comprobar que a esas horas no eramos, ni mucho menos, los primeros en lanzarnos al asfalto. Tal vez porque hoy el día iba a resultar especialmente intenso para muchos, o puede ser porque nuevamente las temperaturas sobrepasarían los cuarenta grados a lo largo de la jornada, lo cierto es que muchos corredores progresaban por la carretera perimetral norte-sur, cada uno a su ritmo.

La nuestra ha sido, por fin, una salida suave de verdad. Yo al menos necesitaba cierta tranquilidad para proseguir con mi recuperación muscular y catarral. Parece que a los demás tampoco les ha venido mal, pues donde en otras ocasiones cuando no es uno es otro el que se anima a tirar del grupo, hoy Tabu, Víctor, Pascual, Alberto y yo nos hemos conformado con un parsimonioso rodar al abrigo de los demás.

Antonio Fresno
La jornada ha transcurrido sin más, increíblemente calurosa, eso sí, para las alturas de mes en las que nos encontramos. En muchos aspectos, y salvo por la bajada de las temperaturas matinales y vespertinas, el tiempo sigue siendo veraniego, con la salvedad de que, al menos durante el estío, el aire, cuando no soplaba con excesiva fuerza, al menos aliviaba mínimamente los calores. Durante los últimos días, sin embargo, la tímida brisa no es capaz de sofocar la sensación de ardor que recorre el cuerpo después de ser brevemente expuesto al sol.

Sigo reposando. No puedo ocultar mis ganas de correr mucho más de lo que he corrido durante los tres últimos días, a pesar de saber que el parón es obligado y beneficioso para mí. Noto que la musculatura del tren inferior está aún lejos de haberse recuperado del esfuerzo. Sigo en ello.

Mañana será un buen día para probar a rodar mañana y tarde. Igual me animo a madrugar nuevamente para contemplar el amanecer afgano. Para alguien como yo, acostumbrado a ver salir el sol desde detrás de las olas, es un verdadero espectáculo que en pocas semanas echaré de menos.

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