lunes, 23 de septiembre de 2013

Día 143: crónica de un gran día

Km recorridos (día/total): 2,2/1211,3                                Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/319
El despertador sonó a las cinco y media de la mañana. Sin apenas esfuerzo, salté de la cama, hice mis flexiones y salí al encuentro de Pascual y Alberto, que ya estaban trayendo mesas y sillas y colocando el crono con la ayuda de los más madrugadores (¿qué habríamos hecho sin su inestimable apoyo?).

Pasados unos minutos de las seis, Alberto inició su carrera. La temperatura era muy agradable, y le acompañaban unos cuantos corredores: Tabu, Walter, David, Ramón, Roberto, Carlos, Fran Benítez, Javi,..., a los que se irían sumando muchos más durante los 37 kilómetros de recorrido.

Relevo Alberto

El relevo de Alberto fue estupendo, constante en los tiempos y animado por la gran cantidad de compañeros que le esperaban cada vez que finalizaba una vuelta. Tras poco más de tres horas, y no sin esfuerzo ni malos ratos, Alberto Muñoz, increíble fondista, sufridor como pocos y gran tipo, de esos que uno siempre querría tener a su lado, finalizaba su relevo ataviado con su inseparble gorra, la camiseta de su Atleti, esa que se pone sólo en las grandes ocasiones (la de hoy lo era, sin duda), y sus New Balance recién llegadas desde España. ¡Bravísimo, el Gorra!

Relevo Alber-Pascual

Inmediatamente después, le tocaba el turno a Pascual, que durante el relevo anterior había estado echando una mano con todo. Con la buenísima compañía de Ángel Prado, Juan, Paco, Pepe Soria, Asís y muchos otros, el Afghanistan Runner comenzó su andadura contra el asfalto afgano y el creciente calor.

Con veintitrés maratones a sus espaldas (una de ellas durante su anterior relevo, él solito, un caluroso día de junio),y unos cuantos Ironman, Pascual está más que curtido en estas batallas e hizo valer su experiencia, dosificando sus fuerzas, hidratándose bien y marcando buenísimos parciales que le llevaron a las tres horas. También tuvo sus ratos malos, pero la fortaleza física y mental de este menudo corredor es increíble. Todo un crack, tanto en la carretera como en la vida diaria.
Pascual bebiendo

Mi turno llegó al filo de las doce y cuarto. Con Manu y Nacho a mi lado, echaba a rodar a buen ritmo, animado y con muchas ganas. Luego, en la vuelta dos, me vino mi primera crisis, la del kilómetro cinco: dudas, miedos, malas sensaciones,... Por suerte, durante las siguientes vueltas fui muy bien acompañado: Pablo, Carlos, Fran Benítez, Mario, Antonio, Víctor, Ismael... y Óscar haciendo una labor de avituallamiento líquido increíble en varios puntos del camino.

AvituallamientoLa temperatura fue subiendo conforme se acercaban las horas centrales del día, de tal forma que las últimas tres vueltas se convirtieron en un pequeño calvario, especialmente cada vez que enfilaba el tramo norte-sur, ligeramente en pendiente y con la suave brisa a mis espaldas. Más dudas, sufrimiento físico y mental, cansancio, algún que otro convoy de vehículos pesados levantando polvo... Por suerte, pasar cada vez por el punto de inicio me daba alas, gracias a los ánimos de la gente allí congregada.

La sexta vuelta fue el punto crítico, el momento en que me encerré en mí mismo y progresé penosamente bajo un calor de justicia. Los treinta y nueve grados minaron mis reservas físicas, sólo a ratos mi moral. Había que continuar, por encima de todo. Aquí, especialmente, me sacó adelante el impresionante apoyo de Mario, que siempre consigue arrancarme una sonrisa, sin obviar el de los demás que me ayudaron a salir adelante durante esos interminables kilómetros: Antonio, Pablo, Víctor, Fran Benítez, Carmen, Óscar, Ismael,...A todos ellos, mil gracias.
Con el avión

Por fin llegó la última vuelta, que dividí en tramos de mil a mil quinientos metros, tras los cuales caminaba, bebía y cogía fuerzas para continuar. Pascual y Alberto me esperaban en el sur, y todavía tuvieron el valor de acompañarme hasta meta, corriendo conmigo el último kilómetros, yo con los pelos de punta y las emociones a flor de piel.

Con los blindados

Tras algo más de tres horas y cuarto, nueve horas y veintitrés minutos en total, la entrada en meta fue estupenda, con un pasillo de compañeros y amigos esperándonos, aplaudiendo, mientras Pascual, Alberto y yo nos uníamos por las banderas de España y Afganistán, felicísimos por haber concluido esta parte de la aventura tras un día duro y emocionante.

Luego, ¿qué escribir que no haya escrito ya? No me canso de dar las gracias, ni de repetir que todo lo conseguido habría sido mucho menos sin el apoyo de todos los que, de alguna forma u otra, ayudaron a que esto saliese adelante. Lo nuestro fue simplemente correr, movidos por ellos, por vosotros, por todos los que distéis algún paso a nuestro lado, aquí y en la distancia. Así cualquiera corre...

Foto grupo

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