Km recorridos (día/total): 5,2/1041,2 Vueltas dadas al perímetro (día/total): 1/285
No sé hasta que punto mis entradas son prolongaciones literarias de mis estados de ánimo. Me imagino que ya, después de ciento treinta y una, contando la de hoy, no es muy complicado determinar con cierta exactitud cómo me fue el día o de qué manera me sentí ante un estímulo u otro. Hoy, sin embargo, no hace falta que se busque entre líneas: me duele un montón la cabeza, tengo mal cuerpo y estoy destemplado. O eso, o la temperatura ha subido de forma inusitada durante las últimas dos horas.
Así, a estas horas y en este estado no me resulta especialmente sencillo rebuscar en el día que casi ha transcurrido y encontrar algo que suscite un cierto interés. Por fin, después de un mes y poco, hemos rodado solos Pascual y yo, cinco kilómetros, tranquilos, charlando un rato sin muchas pretensiones. Alberto tenía el día muy complicado debido al trabajo, y para Tabu era día de descanso.
Mañana me tocará levantarme muy temprano. A las seis menos cuarto hemos quedado para realizar un breve calentamiento que nos ayude a desperezarnos mínimamente. La carrera empezará a las seis y media, y mi planteamiento, si estoy bien, es disfrutar de más a menos y sufrir de menos a más. No es que vaya a haber una gran afluencia de gente. A duras penas superaremos la treintena pero, siendo objetivos, son dieciséis kilómetros, a las seis y media de la mañana, en pleno desierto afgano, con la gente inmersa en la rutina y con ganas de volver a casa. Por lo demás...
Sigue haciendo calor;
Los días siguen siendo demasiado parecidos unos a otros;
Sigo llevando la misma ropa;
Sigo yendo a trabajar a la misma oficina por enésimo día consecutivo;
Sigo comiendo en el mismo sitio que el noventa y nueve por ciento de los días anteriores;
Sigo viéndome con la misma gente;
Sigo corriendo porque, por fortuna, no sé parar.
Y correr aquí me da la vida.
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