sábado, 14 de septiembre de 2013

Día 133: ni siquiera durmiendo

Km recorridos (día/total): 10,4/1081,1                       Vueltas dadas al perímetro (día/total): 2/293

No sé de qué forma, pero el hecho de llevar casi trece mil flexiones, siguiendo nuestro plan de trabajo diario (voy ya por veinticinco al salir y veinticinco al entrar), debe estar afectando a mi subconsciente. La pasada noche, según me cuenta Nacho, a eso de las cuatro y cuarto me puse a hablar en sueños (eso es habitual en mí), y acto seguido me levanté de la cama y me puse a hacer flexiones (eso ya no lo es tanto). Yo no recuerdo nada de nada, así que no puedo opinar ni para bien ni para mal, ni defenderme de ninguna manera. A veces el subconsciente juega estas malas pasadas…

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En el plano atlético, sigo recuperándome de la prueba del miércoles, de nuevo con dos sesiones muy cortas de mañana y tarde. A primera hora del día de hoy salimos Pascual, Tabu y yo a relajar un poco la musculatura. Alberto, desde el miércoles, está temporalmente fuera de servicio, espero que por poco tiempo. Seguramente mañana por la tarde vuelva progresivamente a los entrenamientos, una vez recuperado de una ligera sobrecarga de cuádriceps.

Luego, por la tarde, he rodado un rato con Pascual y Pepe Soria. Se nota mucho que el Afghanistan Runner no compitió en las diez millas. Pepe y yo, por nuestra parte, nos hemos conformado con completar cinco kilómetros y poco a un ritmo tranquilo, charlando sobre maratones y otros aspectos del correr. Espero, eso sí, estar totalmente recuperado del esfuerzo mañana, e incrementar un poco el volumen total. ¡No hay que olvidar que en ocho días tenemos nuestras 60 NM Solidarias!

Si hay algo, al respecto de estos dos últimos días, que he aprendido hace relativamente poco tiempo, es a escuchar a mi cuerpo, especialmente cuando me pide un descanso. Se nota que, conforme pasan los años, al organismo le cuesta cada vez más tiempo recuperarse de los esfuerzos. Ahora, a diferencia de hace algún tiempo, soy mucho más prudente cuando aparecen signos de fatiga, no siempre físicos. En mí, la apatía suele ser una de las señales que me indica que debo bajar el ritmo de los entrenamientos.

Así, durante los dos últimos días no he tenido ningún reparo en adaptarme sobre la marcha a las sensaciones que tenía. No he dejado, cierto es, en ningún momento de rodar más o menos rápido, pero he limitado, y mucho, el volumen de carrera, de tal forma que mi cuerpo vaya recomponiéndose del esfuerzo sin problemas y compensé el derroche de energías al que me obligó la prueba del miércoles. Lo mejor es que, cuando uno descansa como debe, la supercompensación posterior se nota, y mucho.

Mañana por la mañana me tocará rodar nuevamente en solitario. Es sábado, y quedarán exactamente cincuenta y ocho días para mi regreso, una vez confirmado el reajuste de fechas que me tendrá en estas tierras afganas durante algunos días más de los previstos. Al menos, sabiendo ya el día de regreso, me puedo organizar de alguna manera. Y es que Valencia me esperará sin haber tenido apenas tiempo de mitigar los efectos del jet-lag.

En cualquier caso, se trata de disfrutar, y será estupendo a la par que extraño volver a coincidir con Alberto, Pascual y Tabu (que ya está a puntito de caramelo) en otro lugar que no sea Herat. También lo será volver a correr junto a David, después de todos estos meses. Será, qué duda cabe, un fin de semana memorable en todos los sentidos.

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